La Inteligencia Artificial puede resolver muchos problemas y tener consecuencias inesperadas.
Las empresas que lideran el uso de la inteligencia artificial están contribuyendo de manera importante en la lucha contra el COVID-19. Los promotores de esta herramienta tecnológica afirman que la Inteligencia Artificial tiene el potencial de mejorar el mundo de muchas otras maneras. Sin embargo, a medida que la Inteligencia Artificial se hace más presente en nuestra vida diaria, es importante tener en cuenta que su uso y el abuso de la Inteligencia Artificial por organizaciones sin límites éticos puede tener graves consecuencias para la humanidad. Esta es la conclusión de un nuevo reporte de las Naciones Unidas que será presentado en el 2021.
La frase “inteligencia artificial” puede evocar imágenes de máquinas que son capaces de pensar y actuar, como si fueran humanos. La realidad es menos seductora que esta visión de Hollywood, pero las transformaciones podrían ser igualmente importantes. La Inteligencia Artificial es en principio sólo software que puede resolver problemas, encontrar patrones y, hasta cierto punto, “aprender” de esta información. Esto es particularmente útil cuando es necesario ordenar y comprender grandes cantidades de datos.
Algunos ejemplos son los chatbots, programas capaces de llevar a cabo conversaciones completas en línea con sus usuarios; o por ejemplo, sitios de compras en línea que aprenden a predecir lo que los clientes quieren comprar; y sitios web de Inteligencia Artificial escribiendo artículos completos de deporte o negocios, también software que hace obras de arte y composiciones musicales. Incluso la Organización Mundial de la Salud generó un chatbot basado en Inteligencia Artificial llamado Florence que busca apoyar los esfuerzos para combatir el tabaquismo.
Meet Florence, @WHO's AI-driven digital health worker, who will tirelessly provide accurate information, help make a quitting plan, and recommend help-lines & support apps, to help people quit #tobacco
— UN News (@UN_News_Centre) December 9, 2020
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Sin embargo, confiar en las máquinas sin tener límites puede tener consecuencias desastrosas.
En enero, un hombre afroamericano de Michigan fue arrestado y acusado de robar algunas tiendas de conveniencia. Los agentes de policía involucrados habían confiado en el reconocimiento facial basado en la Inteligencia Artificial pero la herramienta no había aprendido a reconocer las diferencias entre las caras de afroamericanos porque las imágenes utilizadas para entrenarlo habían sido en su mayoría de caras blancas. Por suerte, con verificación humana rápidamente se hizo evidente que no se parecía al sospechoso y fue liberado, aunque pasó varias horas en la cárcel.
Este ejemplo muestra que, para que las herramientas de Inteligencia Artificial funcionen correctamente, los programas necesitan trabajar con datos de alta calidad y ser verificados. Desafortunadamente, gran parte de los datos utilizados para alimentar a la Inteligencia Artificial se toman actualmente de consumidores de todo el mundo, a menudo sin su consentimiento explícito.
La inteligencia artificial es útil para procesar y analizar grandes cantidades de datos. Muchas empresas de internet, especialmente redes sociales han envían contenido personalizado a sus usuarios que tiene el efecto una cámara de eco que tiende a reforzar sus prejuicios. Cuanto más escandaloso sea el contenido, más posibilidades tendrá de ser diseminado por la red.
Esto ha aumentado la popularidad de los extremos o polos, llenos de odio, difundidos por grupos que son más bien posturas marginales y poco conocidas. Durante la pandemia COVID-19, se ha visto la difusión de desinformación peligrosa sobre el virus, lo que potencialmente ha llevado a que más personas se infecten.
La desigualdad global se refleja en línea y aumenta con el uso de Inteligencia Artificial.
Hay pruebas que sugieren que la Inteligencia Artificial puede contribuir al aumento de la desigualdad, beneficiando los más poderosos. Por ejemplo, más de tres cuartas partes de todas las nuevas innovaciones y patentes digitales son producidas por sólo 200 empresas. De las 15 plataformas digitales más grandes que utilizamos, 11 son de Estados Unidos, mientras que el resto son chinos.
También significa que, para 2030, Estados Unidos y China obtendrán la mayor parte de las ganancias económicas generadas por la inteligencia artificial, que podría alcanzar trillones de dólares. En el libro de Kai Fu Lee, Superpotencias de la Inteligencia Artificial, pronostica que para el 2030 China dominará el mercado de la inteligencia artificial en varios rubros.
Los beneficios potenciales son enormes
La pandemia del COVID19 ha sido menos dramática por los avances tecnológicos que permitieron a muchas personas trabajar a distancia, comprar en línea y usar el internet de manera más extensa, facilitando la distancia social entre individuos. El desarrollo de las vacunas contra el COVID19 también se ha dado a velocidades sin precedentes.
Los gobiernos de todo el mundo han recurrido a soluciones digitales para nuevos problemas, desde aplicaciones de rastreo de contactos, hasta telemedicina y medicamentos suministrados por drones y, con el fin de hacer un seguimiento de la propagación mundial de COVID-19. La Inteligencia Artificial se ha empleado para rastrear nuestras interacciones en las redes sociales y en línea.
Con esta experiencia, la Inteligencia Artificial tomar mayor relevancia en la lucha contra el cambio climático, impulsando modelos para restaurar ecosistemas y hábitats, frenando la pérdida de biodiversidad; y salvando vidas ayudando a las organizaciones humanitarias a dirigir mejor sus recursos donde más se necesitan.
El problema es que las herramientas de Inteligencia Artificial están avanzando tan rápidamente que ni los diseñadores, los accionistas ni los gobiernos han tenido tiempo de considerar los posibles problemas de estas nuevas tecnologías.
Tenemos que acordar la regulación internacional de la Inteligencia Artificial
La regulación tiene que darse a nivel internacional. Hay ya un consorcio internacional para generar regulaciones para la Inteligencia Artificial y la Agencia de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, la UNESCO, está consultando a una amplia gama de grupos, incluidos representantes de la sociedad civil, y el sector privado, con el fin de establecer normas internacionales garantizando que la tecnología tenga una base ética, enmarcada en el principio del Estado de derecho, y la promoción de los derechos humanos.
Entre las áreas importantes que deben considerarse deben estar el sesgo y los estereotipos raciales y de género; el uso adecuado de la Inteligencia Artificial en los sistemas judiciales para hacerlos más justos y eficientes; y encontrar maneras de asegurar que los beneficios de la tecnología se difundan entre el mayor número posible de personas.